"Desde mi adolescencia tuve constantes pesadillas con lugares abandonados, marginales, destruidos y amenazantes, deslavados. los cuales aparecían involuntariamente en mi subconsciente. El Fondo. Ese mismo año surgió la posibilidad de fotografiar el Palacio Pereira, en ese entonces un esqueleto patrimonial desarmado y en ruinas, a punto de ser
comprado por el estado. Esto permitió que pudiera obtener los fondos ideales para mis fragmentadas figuras. "
Francisca Castelblanco
"Desde mi adolescencia tuve constantes pesadillas con lugares abandonados, marginales, destruidos y amenazantes, deslavados. los cuales aparecían involuntariamente en mi subconsciente. El Fondo. Ese mismo año surgió la posibilidad de fotografiar el Palacio Pereira, en ese entonces un esqueleto patrimonial desarmado y en ruinas, a punto de ser
comprado por el estado. Esto permitió que pudiera obtener los fondos ideales para mis fragmentadas figuras. "
Artista
Al toparnos con el Pereira, este inamovible monstruo, el que nos devoró los sesos con sus detalles ruinosos, cornisas, capiteles, ménsulas, todo a medio sostener; era ver a un anciano decrépito sin pelo, sin dientes y los ojos con glaucoma.
Hermann Sepúlveda
Al toparnos con el Pereira, este inamovible monstruo, el que nos devoró los sesos con sus detalles ruinosos, cornisas, capiteles, ménsulas, todo a medio sostener; era ver a un anciano decrépito sin pelo, sin dientes y los ojos con glaucoma.
Visitante
No recuerdo cuándo nuestro padre Raúl del Río Alfaro, compró el Palacio Pereira. Yo en esa época vivía en Barcelona. La primera vez que me habló del palacio se notaba que era algo grande para él. Insistió en llevarme a conocerlo. Paseamos por esos espacios en ruinas, donde la luz colaba el tiempo de otro siglo y le otorgaba un aire fantasmal.
Patricia del Río
No recuerdo cuándo nuestro padre Raúl del Río Alfaro, compró el Palacio Pereira. Yo en esa época vivía en Barcelona. La primera vez que me habló del palacio se notaba que era algo grande para él. Insistió en llevarme a conocerlo. Paseamos por esos espacios en ruinas, donde la luz colaba el tiempo de otro siglo y le otorgaba un aire fantasmal.