Patricia del Río Díaz, nació el 23 de junio de 1958. A través de su testimonio conocemos también la historia de Raúl del Río, quien fuera dueño del Palacio Pereira hasta el año 2011. Patricia recuerda los primeros momentos en que su padre compró el edificio, la emoción con la que imaginaba el pasado glorioso del mismo y los sueños por reconstruir su grandeza. Tal como la historia del Palacio Pereira lo ha demostrado, parte de las ilusiones de Raúl del Río eran transformar el Palacio en un lugar destinado al arte, lo que se fue prontamente materializando con obras de teatro y talleres artísticos durante los años 90 y 2000.
Sueños de un constructor
No recuerdo cuándo nuestro padre Raúl del Río Alfaro, compró el Palacio Pereira. Yo en esa época vivía en Barcelona. La primera vez que me habló del palacio se notaba que era algo grande para él. Insistió en llevarme a conocerlo. Paseamos por esos espacios en ruinas, donde la luz colaba el tiempo de otro siglo y le otorgaba un aire fantasmal. Con su mirada de constructor él admiraba las técnicas de otras épocas, las mismas que lo habían mantenido en pié por más de cien años, resistiendo uno tras otro los terremotos que asolan Santiago. Hacía planes para reconstruir los frisos, las pilastras, los enormes muros. Se imaginaba una gran obra, como el Pompidou de París, que conocimos juntos la única vez que me fue a visitar mientras vivía en Europa. Un espacio en el que conviviesen la historia y el arte en sus distintas manifestaciones, salas de teatro y cine, galerías de arte. Pero el terremoto de 1985 fue devastador y la reconstrucción requería una fortuna que superaba sus posibilidades.
Mi padre tenía una gran afición por el arte, no sólo por el arte reconocido y de museo, también por el trabajo de artistas desconocidos, pintores y acuarelistas en las plazas del país y del mundo. Volcó esa admiración hacia el mecenazgo, apoyando a muchos artistas, comprándoles sus cuadros y facilitándoles su trabajo como podía. El Palacio Pereira cumplió un papel en esto, porque lo prestó tantas veces para exposiciones, para la presentación de obras de teatro o como taller de trabajo. En los inicios de la vuelta a la democracia, cuando los espacios para el arte y la cultura estaban todavía muy restringidos, se le acercaban pidiendo un espacio para trabajar en sus cosas, tomar fotos, pintar, en fin, crear al interior de ese lugar que los inspiraba. En la década de los noventa, algunos pintores se instalaron ahí ya de manera más estable. Sus obras se desplegaban por todos lados y él los visitaba con frecuencia, para conversar y mirarlos trabajar.
Aunque no logró realizar su sueño de ser él quien recuperara el Palacio para la ciudadanía, el destino final del Palacio Pereira, albergando a la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos (DIBAM) y al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), afortunadamente ha ido en la dirección de lo que a él le hubiera gustado. El proyecto de los arquitectos Cecilia Puga, Paula Velasco y Alberto Moletto restaura, reconstruye y respeta el valor patrimonial del Palacio a la vez que incorpora una arquitectura contemporánea que realza el rol público que se merece.
Patricia del Río Díaz